La Ley contra el Hampa No. 2: La Anatomía de un Malvado.


La policía de la ciudad de Rochester en Nueva York, Estados Unidos, estaba realizando su rutina de vigilancia aérea cuando descubrieron el cuerpo de una mujer, el día 5 de enero de 1990. No tardaron mucho en identificarla como June Cicero, una prostituta de 33 años, la cual había sido reportada como desaparecida el día 17 de diciembre de 1989.

 


La Investigación Policial.

La víctima hacía parte de un grupo de prostitutas asesinadas en el condado Monroe, cuyos asesinatos habían comenzado desde hace casi 2 años, en marzo de 1988. El cuerpo de está penúltima víctima dejó la suficiente evidencia como para ubicar al asesino serial y, cuando encontraron el cuerpo de Darlene Trippi dos días después, las autoridades ya tenían claro la identidad del “Asesino del río Genesee”: Arthur John Shawcross.

 


Shawcross era un trabajador del servicio de alimentos que, primero recorría las calles de Rochester buscando prostitutas a las que matar, primero en un auto «Dodge Omni» modelo 1984 -el cual era de su novia-, para más tarde usar su «Chevrolet Celebrity» de 1987. La controversia surgió cuando, el público se enteró que el presunto asesino ya había estado en prisión en dos ocasiones.

 




El investigado se mudó con su segunda esposa -de quien pronto se divorciaría- a Nueva York en 1969, cuando fue expulsado del ejército, en donde comenzó a cometer delitos tales como incendios y robos. Estos delitos le costaron una condena en prisión de cinco años, la cual debía cumplir en Attica, pero fue transferido al centro correccional de Auburn, donde cumplió sólo veintidós meses de prisión. 



Él regresó a Watertown tras recibir la libertad condicional, en octubre de 1971, en donde se casó por tercera vez y, obtuvo un empleo en el Departamento de Obras Públicas.

 

Shawcross volvería a cometer atrocidades no mucho después, ya que asaltó sexualmente y asesinó a Jack Owen Blake, de 10 años, en el mes de mayo de 1972, aprovechando que estaba sólo en un bosque de Watertown.

 

Este volvería a atacar cuatro meses después, cuando violó y asesinó a Karen Ann Hill, de 8 años, que estaba visitando Watertown con su madre, el fin de semana feriado del día estadounidense del Trabajo.

 

El capturado confesó ambos asesinatos cuando fue arrestado por estos crímenes y, en virtud de un acuerdo con el fiscal para retirar las investigaciones relacionadas con el niño, reveló dónde abandonó su cuerpo. Así mismo, se declaró culpable por asesinar a la niña, aunque sólo fue acusado de “homicidio involuntario” y fue sentenciado a 25 años de prisión, incluso con opción de libertad condicional.

 


El asesino sólo cumplió una pena de 14 años y medio en prisión antes de recibir la libertad condicional en abril de 1987, pero esta vez le fue difícil reintegrarse a la sociedad, al ser expulsado de casas y despedido de lugares de trabajo, cuando los vecinos y empleados descubran sus antecedentes penales. Es por esto por lo que su oficial de “libertad condicional” lo trasladó a la ciudad de Rochester en Nueva York a finales de junio de 1987, en donde pronto comenzaría su racha de asesinatos.

 



El Dr. Michael H. Stone, profesor de psiquiatría en la Universidad de Columbia y autoridad en comportamiento violento, entrevistó a Shawcross para la serie del canal Discovery titulada «Most Evil[1]» en 2006, en la que no se guardó palabras para promocionar su nuevo libro, titulado «La Anatomía del Mal», en donde expresó lo siguiente:

“... [Shawcross] es uno de los ejemplos más atroces de la liberación injustificada de un prisionero”.

 


El documental aclaró las dudas que se tenían sobre las razones que, creía tener el asesino para matar, admitiendo asesinar a las prostitutas como venganza, por supuestamente tener sexo con una prostituta portadora de VIH y, al comer las partes del cuerpo -destacando el consumo de la zona de los genitales- aceleraba el proceso de su muerte, ya que había asumido que estaba infectado. Lo cierto es que esto nunca fue probado y, lo más probable, es que eligiese a las prostitutas como víctimas por lo vulnerables que eran en ese entonces, como lo hicieron muchos asesinos a finales de la década de 70’s e inicios de 80’s.

 


El Juicio y la Condena.

Shawcross fue juzgado por 10 asesinatos en el Condado de Monroe, en noviembre de 1990. Este se declaró inocente, a pesar de ya tener un extenso registro criminal y penitenciario, alegando “demencia” como estrategia de defensa, incluso teniendo el apoyo pericial de la renombrada psiquiatra Dorothy Lewis.

 


La Dra. Lewis alegaba que, él sufría de trastorno de personalidad múltiple, trastorno de estrés postraumático y posiblemente abuso como niño. Ella también afirmó que, Shawcross se mudó a una “personalidad interna” separada, llamada como “Bessie” cuando mató, solicitando que se le institucionalizara, en lugar de devolverlo nuevamente al sistema penitenciario.

 


Hablaré de la Dra. Lewis más tarde, pero llevaba años investigando a asesinos seriales como el presente y Ted Bundy, defendiendo al acusado por motivos egoístas, ya que haría efectiva su hipótesis sobre los asesinos seriales, sin importarle las repercusiones sociales de entorpecer la Justicia, algo bastante cuestionable tanto profesional como personalmente.

 

El psiquiatra de la fiscalía, el Dr. Park Dietz, testificó que Shawcross tenía un trastorno de personalidad antisocial, algo que no le fue difícil demostrar ya sus antecedentes de incendio, homicidio y pederastia. El otro factor fundamental, es la capacidad del mismo para conformar una familia, por lo menos en dos ocasiones, así como conseguir empleo así no tuviese educación superior.

 



Shawcross fue encontrado culpable de 10 cargos de asesinato en segundo grado y, fue sentenciado de 250 años a cadena perpetua. Así mismo, fue llevado al Condado de Wayne unos meses después, para ser juzgado por el asesinato de Elizabeth Gibson. En esta ocasión sí se declaró culpable, siendo condenado a cadena perpetua.

 


Un hombre llamado Arthur.

Arthur John Shawcross nació en Kittery, un pueblo de la región de Maine, aunque desde su infancia se mudó con su familia a la región de Nueva York.

 

Este tenía reputación de matón en la escuela durante su adolescencia y, con frecuencia, actuaba violentamente. Es por esto por lo que, no sorprende que su coeficiente intelectual fuese determinado como “bajo-normal” -entre 86 y 92- cuando estaba en el quinto grado. Un evento de importancia que se pasa por alto al contar su vida, dando más prioridad a los detalles obscenos y morbosos, es que fue golpeado con un martillo durante una discusión en la secundaria. La ineptitud intelectual del joven lo obligaría a abandonar el sistema educativo en 1960.

 


El Dr. Jonathan Pincus, neurólogo en la Universidad de Georgetown detectó un tumor en el cerebro de Shawcross años más tarde, el cual pudo ser el causante de una disfunción cerebral severa que impedía, en ocasiones, diferenciar la realidad de una fantasía. El quiste presionando el lóbulo temporal de Shawcross, así como cicatrices en sus lóbulos frontales, causadas durante su juventud, se cree que generaban función cerebral anormal en los lóbulos que, gobiernan la regulación emocional y el control de los impulsos, siendo este uno de los tres factores comunes en este tipo de asesinos en serie.

 


Shawcross fue reclutado por el ejército de los Estados Unidos. a la edad de 21 años, en abril de 1967.  En ese momento, se divorció de su primera esposa y, renunció a la patria potestad sobre su hijo de 18 meses, a quien nunca más volvió a ver.

 

El futuro asesinó sirvió en la invasión estadounidense a Vietnam, bajo la 4ª Compañía de Transporte y Suministros de la 4ª División de Infantería. Esta experiencia le sirvió para contar relatos grotescos durante su juicio, para así fundamentar su defensa de “demencia” por el llamado “estrés postraumático” e, incluso, afirmaba haber cometido canibalismo mientras estaba solo en la selva de dicho Estado.

 


Estos relatos, sin embargo, tenían sustento verídico, ya que cuando mencionó haber visto soldados estadounidenses “...sin piel desde el cuello hasta los tobillos”, pudo haber referenciado al «Agente Naranja» y napalm lanzados por Estados Unidos, en la selva vietnamita y contra víctimas civiles, generando estás armas químicas quemaduras tan atroces, como las que mencionó Shawcross en su momento.

 


Shawcross también mencionó haber decapitado a dos mujeres y “colocando” sus cabezas en postes, siendo otro de los crímenes señalados del ejercito estadunidenses contra civiles, durante la ya mencionada invasión a Vietnam, siendo estos crímenes de Guerra retratados incluso por largometrajes hollywoodenses como “Apocalipsis Ahora” de Francis Ford Coppola. Sin embargo y, aunque lo mencionado por el entonces acusado fue una realidad ya conocida para ese entonces, no había pruebas suficientes para darlas por ciertas.

 


Robert Ressler, un perfilador del F.B.I. que fue comisionado para la investigación y el juicio, revisó la afirmación de trastorno de estrés postraumático en nombre de la fiscalía. El mismo Ressler denunció que: 

“...su afirmación de haber presenciado atrocidades durante la guerra fue indignante y falso (...) ya que, en realidad, nunca sirvió en una posición de combate”.

 


Lo cierto es que Shawcross fue asignado a Fort Sill, en Oklahoma, después de su servicio en Vietnam. En este lugar fue designado como armero desde septiembre de 1968, la ocupación que siempre realizó en el ejército. 


Es aquí en donde comenzó a demostrar su predilección por el inicio de incendios, incluso, un psiquiatra del Ejército le dijo que Arthur obtenía “goce sexual” de dicho acto. Esta fue la razón por la que, recibió la baja honorable en la primavera de 1969, ya que un armero no puede tener estas inclinaciones, siendo este el responsable de las armas y los explosivos.

 


El final de un asesino.

Shawcross finalmente murió de un paro cardíaco a la edad de 63 años, en el centro médico Albany, el día 10 de noviembre de 2008, cumpliendo casi 20 años de prisión.  Este fue incinerado en privado y sus cenizas se encuentran bajo el cuidado de su hija.

 

El Juicio de Investigador.

El doble homicidio-suicidio del luchador Chris Benoit, tuvo la repercusión suficiente como para cambiar los enfoques en la investigación sobre la violencia, revelando en su caso como nexo causal de sus actos la encefalopatía crónica traumática, también llamada “demencia del púgil”.

 


En este contexto que los hallazgos de la Dra. Lewis y el Dr. Jonathan Pincus, han tomado relevancia después de tres décadas de estudios póstumos de asesinos seriales, especialmente el infame Ted Bundy y el mismo Shawcross, a quién defendió en su momento, los cuales fueron documentado en el documental «Loco, No Demente» de 2020.

 


Los niños que sufren traumas o contusiones cerebrales a menudo se disocian como mecanismo de supervivencia, lo que a veces desencadena un trastorno de identidad disociativo, anteriormente conocido como “trastorno de personalidad múltiple”, una condición aceptada que figura en el «Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría», hoy en día.

 

La asociación entre los asesinos seriales y las funciones deficientes del cerebro, no es nada nueva, ya que se ha documentado desde la autopsia de Fritz Haarmann en 1925, es decir, con casi un siglo de posteridad. El examen de los cortes del cerebro del también llamado «El Vampiro de Hannover», reveló rastros de meningitis, aunque no se conservó ninguna sección de forma permanente.

 


Los últimos 100 años la investigación de los asesinos seriales se había mantenido en cierto oscurantismo, debido a la presión política y mediática, urgidos de diagnosticar y señalar a hombres con conductas comunes de la infancia, aunque consideradas como “molestas”, como la enuresis es mojar la cama involuntariamente durante el sueño y que persiste después de los cinco años.

 

Los estudios sobre los asesinos seriales se convirtieron, en ese entonces, en una forma de eludir la responsabilidad social para el surgimiento de estos criminales, sino que permitía aceptar que cualquiera -especialmente hombres- pudiesen ser el próximo Arthur John Shawcross.

 

En el caso de Shawcross, el criminal utilizó las hipótesis más populares de la época para simular demencia, como lo sería la ampliamente divulgada “Tríada de la Sociopatía” del psiquiatra J. M. McDonald, narrando falsamente hechos como el de haber sufrido un posible abuso sexual de niño.

 

No es la primera vez - ni será la última - en la cual señalaré que,  en la publicación y divulgación de los supuestos casos de “True Crime”, un eufemismo anglicista para la “Nota Roja” de toda la vida, en la cual se presenta a un asesino serial lo suficiente grotesco o estrambótico para llamar la atención de un gran público, para inmediatamente declarar como ciertos hechos narrados por el mismo criminal, ya sea para ganar notoriedad o conmover a los espectadores, los cuales se enmarcan en artículos como «La Amenaza de Matar», publicado  J. M. McDonald en la «Revista Estadounidense de Psiquiatría», en el ya lejano año de 1963. Esto para cumplir una agenda política que permita estigmatizar a un sexo, grupo poblacional o instituciones como la familia. 

 

Este también abrió un “ánfora de pandora”, sobre la actuación de las tropas estadounidenses en invasiones militares alrededor del Mundo, siendo una de las causales constantemente señalas para el auge de los asesinos seriales a finales de la década de 70’s e inicios de 80’s.

 


Estados Unidos no es especialmente conocido por tratar bien a personas con enfermedades mentales, especialmente a los llamados “Héroes de Guerra”, el elevado coste de la sanidad privada genera situaciones familiares muy complejas, ahora y antes, en donde una consulta psicológica o psiquiátrica tiene un coste alto, por no mencionar que la mayoría no tiene ninguna asistencia al no disponer de un seguro médico, ni contar con la medicación para eso.

 


Esto es relevante, ya que veinte años antes de ser capturado por los asesinatos, un psiquiatra del Ejército le había diagnosticado a Shawcross que, este obtenía “goce sexual” de iniciar incendios y, si se le hubiera hecho un seguimiento, probablemente se hubiera rehabilitado o institucionalizado antes de iniciar su serie de atrocidades.

 




[1] Los más malvados, en castellano.


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